Llegar a la Paz en el Chaco, Significó Recorrer un Largo y Arduo Camino de Negociaciones Diplomáticas

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En la fecha se recuerda 90 años de la firma del Protocolo de la Paz del Chaco. Si bien este hecho significó la culminación de un enfrentamiento bélico entre dos países hermanos, no fue el fin de las controversias que existían, desde hacía más de 60 años, en torno a la cuestión de límites. Esto recién sucedió en 1938. Llegar a la suscripción del aquel acuerdo de armisticio, en 1935, significó arduas negociaciones en el curso de una extenuante guerra entre dos pueblos que no se conocían muy bien y que no tenían el odio como fundamento de su pugna, por un inhóspito territorio.
En este material, se pretende hacer un breve recorrido por las diferentes tratativas realizadas para llegar al cese del fuego, la firma del Protocolo de Paz en el Chaco y abrir el camino para un entendimiento definitivo, como lo fue el Tratado de Paz, Amistad y Límites entre Paraguay y Bolivia, lograda luego de tres años de intensas negociaciones mediante la gestión de actores nacionales y extranjeros.
Desde el inicio de las primeras reyertas, como el incidente de Fortín Vanguardia en 1928, y otras situaciones como la fundación de fortines bolivianos (Sorpresa, Tinfunqué, Alihuatá, Arce y Cuatro vientos al sur, y al norte Paredes, Pando, Vitriones y Vanguardia), varios fueron los empeños para resolver las diferencias y no ir a la guerra. En diciembre de 1928, tropas paraguayas atacaron y destruyeron el citado fortín boliviano en las cercanías de Bahía Negra. Aquello no derivó entonces en una guerra abierta, pero provocó la ruptura de relaciones diplomáticas. En represalia, Bolivia ordenó ocupar y retener para sí el Fortín Boquerón, ubicado en el centro del territorio chaqueño. Ante dicha situación se buscó rápidamente mecanismos de solución pacífica.
Coincidentemente, ese año, había comenzado a sesionar en Washington la Conferencia Americana de Conciliación y Arbitraje con representantes de Colombia, Cuba, Estados Unidos de América, México y Uruguay. Dicha conferencia se ofreció a interceder en el impasse. Con la aceptación de los países involucrados se nombró una Comisión que se conoció luego como “Comisión de Neutrales”, integrada por representantes de cinco países no limítrofes a las partes en pugna: EE. UU., Colombia, Cuba, México y Uruguay. En ese momento se pudo evitar la guerra.
En 1929, la Comisión de Neutrales de Washington dispuso que el Paraguay, reconstruyera el Fortín Vanguardia, y Bolivia devolviera el Fortín Boquerón. Se restablecieron las relaciones diplomáticas, pero la tranquilidad y la tregua duró muy poco, pues entre los años 1929 a 1931, se repitieron varios choques e incidentes aislados dándose nuevamente, el 2 de julio de 1931, la ruptura de relaciones diplomáticas.
Imagen de Cancilleres y Delegados que negociaron y acordaron en Buenos Aires la firma del Protocolo de Paz, que puso fin a las hostilidades entre Paraguay y Bolivia. Aparecen; José Carlos de Macedo Soarez – Canciller de Brasil; Carlos Saavedra Lamas – Canciller de Argentina; Tomás Manuel Elío – Canciller de Bolivia, Luis A. Riart – Canciller del Paraguay; Luis Alberto Cariola – Embajada de Chile; Felipe Barreda Laos – Delegado de Perú. Alexander Willbourne Weddel – Delegado de los EE.UU.
En octubre del mismo año, el presidente José P. Guggiari, después de haber aceptado la invitación de la Comisión de Neutrales para estudiar un “Pacto de no Agresión” con Bolivia, constituye una comisión integrada por el doctor Juan José Soler, don César A. Vasconcellos y don Pablo Max Insfrán. Los dos primeros designados tuvieron el carácter de Plenipotenciarios en Misión Especial y el último como Consejero. La Comisión propuso terminar las hostilidades y someter sus disputas a un arbitraje cuyos términos permitirían solucionar el conflicto.
Finalmente, el asalto al fortín paraguayo Carlos Antonio López el 15 de junio de 1932, desencadenó la guerra. Varias fueron las notas remitidas por la Comisión a las partes, a fin de no avanzar en actos hostiles. Pero dichos esfuerzos fueron infructuosos y no prosperó la gestión pacificadora. Bolivia estaba decidida a llevar adelante acciones militares dejando de lado las gestiones diplomáticas.
Aquello fue confirmado por el cablegrama del canciller boliviano Julio A. Gutiérrez, remitido el 1° de agosto de 1932, al Secretario de Estado Stinson, donde al acusar recibo de las notas de los representantes neutrales remitidos a Bolivia, preguntándoles si estarían dispuestos a aceptar una investigación de las hostilidades en el Chaco, la respuesta fue que no les interesaban “…acontecimientos e investigaciones que no definan cuestión fundamental…”.
En vistas a que la tensión no disminuía, por el contrario, aumentaba, y no se avizoraban caminos prácticos para evitar que el conflicto siguiera, la Comisión pidió el apoyo de las naciones americanas. Es así que, en agosto de 1932, en Washington, salió a luz pública la “Declaración de 3 de agosto”, firmada por los representantes de todas las repúblicas americanas y dirigida a los dos países enfrentados. En dicha Declaración se instaba a que la disputa del Chaco debía someterse en una solución pacífica, y pedían encarecidamente al Paraguay y a Bolivia, que sometan inmediatamente “la controversia a un arreglo por arbitraje u otro medio amistoso que fuere aceptable para ambos”.
La citada Declaración obtiene del Paraguay su adhesión, no así de Bolivia, señalando en su respuesta a los neutrales (5 de agosto de 1932) que, si bien “recibe con entusiasmo la doctrina que se inicia en América de que la fuerza no da derechos”, argumentaban que dicha doctrina no les alcanza. A pesar de la relativa voluntad boliviana de buscar una solución mediadora, la Comisión de Neutrales no se dio por vencida. Insistió en sus gestiones. El 15 de diciembre de 1932, se reúne para hacer un último esfuerzo proponiendo a ambas naciones un plan para que autoricen a sus representantes en Washington a formular y firmar de inmediato un convenio que estipule la suspensión de las hostilidades en un plazo de cuarenta y ocho horas, que luego debía ser ratificado de acuerdo con el derecho interno de cada país. Dicho convenio contenía 15 puntos y proponía diversos aspectos acerca del retiro de las tropas y las cuestiones del proceso de negociación y definición de límites.
Luego de considerarlas no convenientes la propuesta de la Comisión de Neutrales, el 20 de diciembre de 1932, el delegado paraguayo, el doctor Juan José Soler, tras una destacada actuación, recibe las instrucciones de abandonar dicha Comisión.
Por su parte, la Sociedad de Naciones apoyó la propuesta e instó, mediante cablegramas dirigidos a las cancillerías de Asunción y La Paz, a “aceptar aquellas proposiciones”. Bolivia tomó con cierta “indiferencia” y “desgano” dicha nota, declarando que “el gobierno… se halla en la mejor disposición de espíritu para afrontar soluciones que consulten el derecho y la justicia que le asisten”, mientras que el Paraguay estimó “no satisfactorias ni justas las bases propuestas”.
Otros Intentos de Mediación
Ante la inquietante situación entre ambas Repúblicas, se sucedieron otros intentos de mediación como, por ejemplo, la Declaración emitida el 6 de agosto de 1932, por los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile y Perú, mediante la cual invitaban a los países a “realizar un sumo esfuerzo de concordia deponiendo la actitud bélica, paralizando toda movilización y evitando la prolongación de la guerra”.
La Sociedad de Naciones, a fines de 1932, expresó su preocupación por las acciones militares en el Chaco “y auscultó el criterio de que los países involucrados pusieran término a la contienda bélica”. En ese contexto anunció el envío de una comisión investigadora.
Por su lado, Argentina junto a Chile, también buscó avanzar hacia una solución a través de una reunión de cancilleres, que se desarrolló en la ciudad de Mendoza, los días 1 y 2 de febrero de 1933. Dicho encuentro, encabezado por los ministros de Relaciones Exteriores doctor Carlos Saavedra Lamas (Argentina) y don Miguel Cruchaga Tocornal (Chile), tuvo como finalidad impulsar “un nuevo esfuerzo para poner término al lamentable estado de cosas existentes en el Chaco Boreal”. El Acta de esa reunión fue puesta a consideración de las partes en conflicto y de la Comisión de Neutrales. Tanto el Paraguay como Bolivia pusieron reparos a varios puntos del texto y la iniciativa nuevamente fracasó. A pesar de ello, continuaron las gestiones pacificadoras de Argentina, Brasil, Chile y Perú, al igual que la Liga de Naciones.
En el largo camino hacia la paz ha sido también significativa la gestión del Brasil. El escenario de un nuevo esfuerzo fue la ciudad de Río de Janeiro, el 7 de octubre de 1933, cuando el presidente argentino Agustín Pedro Justo visitó a su par brasileño Jetulio Vargas. En la ocasión, además de la firma de varios convenios bilaterales se concretó, a iniciativa del entonces canciller argentino Carlos Saavedra Lamas, un “Pacto Antibélico”, orientado para la paz mundial y en particular para la paz en el Chaco. En la oportunidad, se exhortaron a los presidentes del Paraguay y de Bolivia a “realizar un supremo esfuerzo y restablecer en todo el continente el concepto uniforme de la paz…”.
Mientras tanto en Europa, el 1° de octubre de 1933, la Sociedad de Naciones había retomado las gestiones sobre el conflicto del Chaco designando una Comisión de Encuesta con la misión de viajar al lugar de los acontecimientos. La Comisión fue integrada por el Conde Luigi Androvandi de Italia, el Embajador Julio Álvarez del Vayo de España, el General de División Henry Freydembarg de Francia, el comandante Raúl Rivera Flandes México y el General de Brigada Alexander Roberts de Inglaterra, quienes partieron de Europa hacia América del Sur el 18 de octubre del mismo año. La delegación se instaló en Montevideo y desde allí llegó luego al Paraguay y a Bolivia.
En coincidencia con la visita de la Comisión de Encuesta se reunió en Montevideo la VII Conferencia Panamericana, y como es lógico, se hizo también eco del conflicto entre Bolivia y Paraguay. A moción del Secretario de Estado de EE.UU. Cordel Hull, el 26 de diciembre de 1933, día del cierre de la Conferencia, se aprobó por aclamación una resolución donde, entre otros, se instó a las partes beligerantes a “cesar la lucha sin menoscabo de su propio prestigio…” con ruego a que los dirigentes y los ciudadanos de ambas naciones, “acepten los procedimientos jurídicos para la solución del diferendo, tal como se viene recomendando invariablemente por la Comisión de la Liga de Naciones…”. La gestión de la VII Conferencia Panamericana tampoco prosperó.
No obstante, la Liga de las Naciones siguió en su empeño de poner fin al estado de guerra. A tal efecto presentó a ambas naciones un proyecto de Tratado basado en la Declaración del 3 de agosto de 1933, planteando básicamente que “las hostilidades cesarán 24 horas después de entrada en vigor el presente tratado”, y en las 24 horas siguientes que ambos ejércitos comiencen a evacuar sus posiciones, el boliviano por Villamontes y Roboré, y el paraguayo por el río Paraguay.
El texto fue puesto a consideración de los dos países por la Comisión de la Sociedad de Naciones, el 9 de mayo de 1934. Las tratativas de paz continuaron a lo largo de ese año, hasta que en 1935 se encontró una fórmula que satisfizo a las partes en punga. Argentina había puesto a consideración de la Comisión de la Liga la predisposición de “cooperar afanosamente” con la labor pacifista de dicho organismo. A mediados de marzo de ese año, las gestiones pacificadoras, principalmente de Argentina y Chile, condujeron a la paz, que se concretó unos meses después, el 12 de junio.
Las negociaciones se desarrollaron en Buenos Aires con intensas gestiones de mediadores internacionales. Diplomáticos y representantes de países neutrales, lograron finalmente que los delegados del Paraguay y de Bolivia, se avinieran a firmar un acuerdo que establecía una serie de compromisos con el fin de asegurar una paz duradera por medio de un futuro tratado.
Parte del Protocolo señala: “En Buenos Aires, a los doce días del mes de junio del año mil novecientos treinta y cinco, reunidos en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina, los excelentísimos señores, doctor Luis A. Riart, ministro de Relaciones Exteriores del Paraguay; el doctor Tomás Manuel Elío, ministro de Relaciones Exteriores de la República de Bolivia, con asistencia de los miembros que forman la Comisión de Mediación constituida para promover la solución del conflicto existente entre la República del Paraguay y la República de Bolivia…”. Pasa luego el documento a citar luego a los integrantes de la Comisión de Mediación.
Luego de arduas negociaciones, se había logrado un acuerdo que permitía deponer inmediatamente las armas, hecho que ocurrió dos días después, el 14 de junio. Un poco más tarde, se concreta el primer encuentro, tras el cese definitivo de las hostilidades, entre el Gral. Félix Estigarribia y el Gral. Enrique Peñaranda en Puesto Merino, en las cercanías de Villamontes.
El Protocolo de Paz, firmado el 12 de junio de 1935, en Buenos Aires, se constituyó en un sólido pedestal de paz duradera que se plasmó, un poco más tarde, tras intensas negociaciones, en el Tratado de Paz, Amistad y Límites definitivo entre Paraguay y Bolivia.
Fuentes consultadas
Tomas Guillermo Elio La Paz del Chaco una decisión Política. Colección Textos y Documentos. Editorial los Amigos del Libro. 1988.
Ricardo Scavone Yegros. Entre Expectativas y recelos. Las relaciones del Paraguay y Bolivia después de la Guerra del Chaco (1938-1989).
Roberto Querejazu Calvo. Masamaclay. Historia Política, Diplomática y Militar de la Guerra del Chaco.
Robert Brockmann S. Tan lejos del Mar. Bolivia entre Chile, Perú y Paraguay en la década extraviada 1919-1929.
Libro Blanco Parte I- Ministerio de Relaciones Exteriores. Documentos relativos a la Conferencia de Washington para el estudio de un Pacto de No Agresión con Bolivia, a la actuación de la Comisión de Neutrales, y trato de prisioneros. Imprenta nacional 1933.
(*) Autor: Elvio Venega, abogado y comunicador institucional.
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